miércoles, 12 de octubre de 2011

“Grandes fiestas”, la creación del Subcomandante


Ser soldado del Ejército Renatista por el Amor Revolucionario era poco para él. En medio de una charla acordamos que sea el Subcomandante, esa suerte de cómplice en mis andanzas en pos de la lucha por el amor revolucionario.

Con él no hay formalidad de por medio, excepto, el trato de “usted”, distinción entre los buenos camaradas. “La mejor militancia es la que comienza desde la clandestinidad”, me dijo tiempo atrás.

Del mix de su cultura y la mía, de las experiencias histórico-sociales de nuestros países me he valido para trazar mis bases revolucionarias.

El Subcomandante va y viene de latitud en latitud.  Subcomandante viene de sub-comandar. ¿Sub-comandar qué? Sub-comandar la alegría de la humanidad, sub-comandar las revoluciones cotidianas. Ni él, ni yo hablamos de una revolución como un acto heroico. La lucha más revolucionaria es la que practicás día a día, es cuando llevás a cabo alguna locura. La lucha más revolucionaria es la que te lleva a soñar y arriesgarte, sea el motivo que sea.

El Subcomandante es el inaugurador de “Grandes fiestas”, la  alta cumbre de la militancia por el amor. Ahí pensamos y elucubramos distintas instrucciones, no en su connotación dictatorial. Instrucciones para que cada uno de nosotros saquemos lo mejor de si. Él y yo estamos convencidos que todos llevamos un revolucionario dentro, todos contamos con una cuota de creatividad y de valentía para enfrentar nuestra misión en este planeta. Algunos lo ven más fácilmente. Otros no tanto. Pero el Subcomandante me enseñó a ser perseverante. Todo tiene un por qué y de ahí tengo que aprender.

“Grandes fiestas” nos une en nuestras miradas, desde distintos puntos geográficos. Y, aunque nos quejemos de la invasión de las nuevas tecnologías, él y yo le hacemos un gran atributo, porque es el medio para seguir en nuestra lucha.

El Subcomandante viene de la contra-cultura, de los subterráneos urbanos.  Con su modo de vida, su apertura mental transgrede el paradigma de guerrillero. Los dos pertenecemos al siglo XXI y sabemos y hemos acordado que las tácticas y estrategias revolucionarias tienen que ser de las más variadas y amplias, porque el amor engloba todo y a todos.

Con el Subcomandante crecimos en tiempos donde los esqueletos políticos nos encuadraban por dentro o por fuera, o sea, blanco o negro, no a lugar a lo distinto. Crecimos con el dedo moral, que marca qué es bueno y qué es malo, con la educación formal, con las relaciones asimétricas, con moldes definidos socialmente.

Y así en una de las sesiones de “Grandes fiestas” hemos dictaminado:

- Bueno es todo lo que nos lleva al amor y malo es todo lo atenta o inhibe la germinación del amor.
- El amor encarna toda las cosas, está presente en toda situación social.
- La revolución se manifiesta en la expresión de los sentimientos, en las vivencias cotidianas, sin distinción de credo, raza, cultura y sexo.
- La vida y el amor no tienen medidas. No se trata de pedazos, ni de piezas, como si estuviéramos armando un rompecabezas.

Todo surgió de la nada. Quiero decir la alianza con el Subcomandante es un fluir permanente, no hay nada planificado. En las primeras cumbres sentamos nuestras bases revolucionarias. Y, ahora, cada uno acompaña al otro en sus andanzas. Probablemente, haya más sesiones de “Grandes fiestas”. Pero lo importante ahora es que nos aunamos en una misma causa, que trasciende las fronteras fijadas por la geografía y la historia.

Hasta todos los momentos.

2 comentarios:

  1. Bella Renata:
    Día a día sigo sus crónicas. Recién me entero de la existencia del Subcomandante y por lo que leo viene de tierras netamente revolucionarias. Ando con días como el tiempo... y leerla me hace bien.
    Siga revolucionariamente así, SANTI

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  2. Camarada Santi:
    ¡Qué bueno que me sigue! Así que anda como el tiempo. Ya vendrán tiempos mejores y mientras espera agarre la guitarra y nos ponemos a cantar.
    Hasta todos los momentos.

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L@s camaradas dicen