A lo largo
de la historia, del tiempo que nos trasciende, vos, yo, nosotros, todos estamos
atravesados por el amor como el único eje existencial.
A pesar de
mis historias de amor, de encuentros y desencuentros, a pesar de las razones y
desrazones de nuestra era consumista hipertrofiada, de mis dudas, de mis
angustias y desesperaciones esporádicas, pero desesperaciones al fin, no dejo
de concebir el amor como el único valor para la humanidad.
Me obstino
frente a los argumentos pergeñados por el sistema dominante para desmitificar,
circunscribir y hasta desdibujar la esencia del amor. Los escucho, los veo y los
conozco de memoria.
Las novelas
de la tarde, las frivolidades y hasta las mismas revistas femeninas –otro día
escribiré acerca de estos productos- devalúan el amor al cotizarlo como si
estuviéramos viviendo en la bolsa de valores.
Ya sé que
soy testaruda con mi protesta del amor. Pero tengo más que buenas razones para
amar de otro modo, para conjugar el sentimiento de otra manera, para enfrentar
audazmente a la hora del revoluteo.
Hoy por hoy
el mundo se encapricha en vernos como empresas, sometidas al éxito o al
fracaso, a cuánto valemos acorde con el
grado de supervivencia. Y de ahí mi revolución, porque el amor no se mueve por
esos andariveles, no se cotiza. El amor revolucionario es el fluir, el movernos
de acá para allá incansablemente.
Muchas
veces cuando hablamos de amor lo circunscribimos al amor entre personas, pero
también el amor es el motor de nuestra existencia, de nuestro andar cotidiano.
El amor es el eje de nuestras vidas. Sentimos amor con nuestros sueños, cuando
nos descubrimos en más proyectos, cuando nos deparan nuevos caminos.
Y es así
como hoy me siento y no quiero dejar de compartirlo con vos, como hago todos
los días de mi vida desde que tengo mi Docublog.
Mi
revolución por el amor revolucionario me abre nuevos caminos, me sorprende en
nuevas ocurrencias y otros nuevos desafíos. Siempre me gustó y me gusta
enfrentar nuevas etapas, con un toque distinto al anterior, y seguir creciendo.
Y, ahora, con este espacio, con sus disparates y reflexiones, me sumo a un
nuevo desafío. Mi protesta por el amor la reivindico día a día, haciéndote
partícipe a vos, que me acompañas. De ahora en adelante transitaré nuevos
caminos en post de mi cruzada revolucionaria.
Hasta todos los momentos.
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