Renta habla de las dimensiones del amor revolucionario

Mientras desayunaba sonó mi teléfono. Del otro lado, mi álter ego masculino. El eje de nuestra conversación fue la teoría del amor revolucionario. Pero, él agregó un aporte a mi lucha revolucionaria: sus dimensiones y alcances.

Te juro que estaba tomando mate… ¡Y me quedé atragantada! Y no fue por culpa de un palito de yerba desviado.

Él me hizo ver las dimensiones que alcanzan mi lucha revolucionaria.

Evidentemente, el tiempo que ya compartimos hace que entienda el por qué, el para qué y hacia dónde quiero ir. Mi álter ego masculino comprende la onda expansiva de mi lucha revolucionaria, porque sabe que no tiene que ver con los sentimientos por los sentimientos mismos, sino justamente la revolución que conlleva el jugarse por un amor de ese tipo.

Todavía estoy sorprendida por cómo asumió la revolución renatista. Ya sé que vas a pensar que para él es más fácil, porque es mi álter ego. Pero, no, no pasa por ahí el tema.

La cumbre con el Subcomandante nos marcó un antes y un después en nuestra relación, en nuestros proyectos y sueños. Créeme que me hace muy feliz saber que él ya comparte existencialmente mi nueva etapa. Pero, no es el compartir porque sea mi amigo, sino porque también se le hizo carne la lucha por el amor revolucionario. Ese amor revolucionario que te arrasa con todo en todos los aspectos de tu vida. Ya te dije que no es el amor burgués, sino ese amor que trasciende toda noción tradicional de espacio y tiempo.

Tengo que seguir estudiando, porque el viernes rindo el recuperatorio de investigación de mercado y opinión pública. Pero, la verdad, hoy mi álter ego masculino logró un casi imposible en mi vida: dejarme muda.

Hasta todos los momentos.