Nos llenamos de expectativas. Las enumeramos una a una para no olvidarlas. Y de tanto inflarlas nuestra mochila nos pesa en demasía. Que quiero ser esto, que quiero alcanzar el éxito, que quiero encontrar al amor de mi vida. Y así nos enroscamos cada vez más y más. No es fácil restar las expectativas de nuestras vidas. Pero sí es más sano.
¿De qué sirve tener la lista de expectativas cuándo estamos
en camino de? ¿De qué sirven las expectativas si lo que tenemos que hacer es
andar para crecer?
Creo que las expectativas suelen ser un obstáculo en la mayoría
de los casos. Son más una tara o algo que nos ata y nos nos deja libre para
caminar, amar y fluir.
Hoy es un buen día para reducir el porcentaje de
expectativas de nuestra dieta para el corazón.
Hasta todos los momentos

No hay comentarios:
Publicar un comentario
L@s camaradas dicen