Devenido en un lugar privilegiado, donde pasamos buena parte
de nuestro tiempo y donde escribimos historias personales y colectivas.
Mundo construido con ladrillos-bits, con el soporte inalámbrico
de los cables. Y ahí yo, recreándome
como un nodo, haciéndome visible con un avatar, atravesada por infinitas
interacciones, con la multiplicidad de mi único yo.
Navegar, entrar y salir, conectarse y desconectarse, el
e-mail, el chat y las redes sociales han consagrado la comunicación como la
vedette del espectáculo. Si bien discrimino ficción de la realidad el
sex-appeal de la pantalla me atrapa, me hace zambullirme en el océano de las conexiones.
Reconozco que la tecnología se metió en mi cuerpo hasta llegar a ser un nodo más
de mi rebelde red neuronal. No creo ser la única en experimentar el ritmo y la
forma de mi tiempo signado por las tecnologías de la comunicación.
Mientras escribo en la red ya se han establecido contactos
virtuales entre millones de personas, en cualquier parte del mundo. Unos se
contactan para sociabilizar de otro modo. Otros se pierden en la búsqueda
incansable. Unos tantos se conectan por motivos pacíficos. Otros tanto para
difundir ideología. Y así todos,
muchos, conviven con distintos husos horarios.
Y yo, en el medio de la fauna cibernética, alzo mi voz por
la revolución del amor.
La virtualidad es el síntoma de un fenómeno socio-cultural
nunca antes registrado en la historia mundial, aunque –salvando las distancias-
se asemeja a la llegada de la telefonía y la irrupción de la radio, dos medios
de comunicación que reconvirtieron el escenario de la voz y la escritura.
Hoy veo que las expresiones personales –mediada por el cara
a cara- mutaron en expresiones digitales y virtuales en la red, como un “me
gusta” o un tweet. Las tecnologías
de la comunicación dan nuevos aires y recrean los escenarios de la vida.
No es un capricho tomar las redes para expandir mi
revolución por el amor. No quiero que nadie viva sin amor. No es una utopía. No
quiero que estés aislado del amor. Y no hablo sólo de buscar tu chic@, sino
de trascender, de marcar una nueva época, de ser protagonistas de una nueva
revolución.
Y así conjugo mi
escritura con el ciberespacio para que me leas desde cualquier punto del
mapamundi.
No concibo la red social como medio descartable, no trata
sólo de conectarse y desconectarse como una decisión unilateral. La red no se
limita a las teclas “enter” y “delete”. Es el espacio donde todo confluye, se
mezcla y se fusiona en otra realidad, quizás, con diferentes códigos de la vida
misma.
Caminando las calles, recorriendo lugares urbanos, con algún
que otro viaje veo que hay que luchar por el amor, ese amor que nos hace
trascender del aquí y ahora, que nos impone la velocidad de los tiempos. Y si
bien tildan a la red como un reducto veloz, supeficial y ficticio, yo creo que
la red es una herramienta estratégica para que vos y yo demos uno y más
pasos hacia la revolución del amor.
Hasta todos los momentos.

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L@s camaradas dicen