Esteban: Ya llegaron varios, mi amor.
Esposa de Esteban: Sí, hay varios en el fondo del
restaurante. 
Citlali hacía años que no veía a nadie del grupo de la
secundaria. De a poco y por los distintos caminos de los cuatro amigos no supo
más nada de ellos.
Esteban: ¡Buenas noches a todos! ¡Qué gusto verlo después de
tantos años!
Miguel, Claudia y Marisa lo saludaron de la misma manera.
Claudia: ¿Falta Citlali, nada más?
Marisa: Y nada menos. No sabes todas las peripecias que hice
para buscar a ese muchachito.  Por
suerte la tía de él pudo ubicarlo y él me llamó. Quedó en venir.
Miguel: ¿Qué es de tu vida, Esteban?
Esteban: Increíble, en el trabajo me ascendieron. Es mucha
presión, pero no tengo quejas con mi retribución económica. ¿Y vos?
Miguel: Yo bien, nos compramos una casa en barrio norte y
ahora no paramos de decorarla. ¿Y tus hijos?
Esteban: Me salieron buenos. Uno estudia medicina y otro
abogacía. Fue elección de ellos, pero sabían bien que esas carreras le aseguran
el futuro laboral.
Miguel: Claro. Nosotros tratamos de orientarlos en sus
caminos, pero no nos entrometemos mucho. 
¿Y tu esposa?
Esteban: Ahí anda, con las cosas de la casa. En la semana
nos vemos poco, porque yo estoy a full time en mi cargo. Así que nos llevamos
bien, porque no tenemos tiempo para las peleas. Y, aparte, cuando uno anda bien
económicamente no hay mayores inconvenientes.
Citlali se perdió en la ciudad, le costaba reconocer el
viejo restaurante hasta que pidió ayuda y lo hicieron llegar.
Claudia: ¿Marisa, cuánto más esperaremos?
Marisa: Lo necesario. Citlali me dio su palabra que venía.
¿Quién tiene apuro? ¿Qué nos corre esta noche? ¡Clau, relajate!
Claudia: Ya sé, Marisa. Pero dejé a mis hijos al cuidado de
una niñera y todavía no me acostumbro. 
Marisa: Repito, relajate y disfruta que para eso organizamos
esta cena. ¿O ya te olvidaste?
Mozo: Por acá, señor, es en aquella mesa.
Marisa: ¡Citlali llegaste! ¡Qué increíble después de tanto
tiempo! Después de aquella despedida no supe más nada de vos. ¿Ella es tu
esposa?
Citlali: Sí, te presento a Eva. 
Claudia: Un placer, Eva. Bueno, vamos a sentarnos todos. Hoy
es la noche de ponernos al día con nuestras vidas.
Citlali: ¿Es una cena divertida, no? No vaya a ser que
hacemos el balance del debe y haber de cada una de nuestras vidas.  
Esteban: ¿Qué es de tu vida, Citlali? Nunca más supe de vos.
Citlalia: Mi vida es plena, llena de momentos de felicidad,
de solidaridad, de contacto permanente con la gente. Nada de apuros, nada de
presiones. En nuestra vida todo tiene su tiempo y sus procesos.
Esteban: Bueno, es todo lo que nosotros queremos. ¿Pero a
qué te dedicas? ¿Dónde vivís?
Citlali: Mi vida es así, no es lo que deseo para mi vida.
Hace años atrás me recibí de psicólogo, pero nunca ejercí la profesión. Una
noche hablando con Eva le dije que quería vivir de los sueños, de las fuerzas y
direcciones de la vida, que quería trabajar con y para la gente. Y Eva me dijo
“mañana mismo comenzamos”. Y al 
otro día convertimos el garage en una casa, pequeña, pero casa al fin.
Y, luego, comencé a recorrer barrios, de distinto nivel económico, escuelas,
teatros y todo lo que te imagines promocionándome como “El atrapador de
sueños”.
Miguel: ¿De qué hablás? ¿Te dedicás a la asistencia social?
Citlali: ¡No! Me dedico a trabajar con y para la gente.
Vienen a verme, me hablan de sus sueños, de lo que quieren en su vida y los
ayudo a que pueda hacerlo realidad.
Marisa: ¿Y cómo haces?
Citlali: Primero, los escucho, los conozco, jugamos y
hacemos otras actividades para descubrirnos. Y, a la vez, hago un intercambio
al contarles cómo comencé yo a realizar mis sueños. Es una manera de bajar el
grado de imposibilidad a lo que realmente cada uno quiere hacer.
Esteban: ¿Y eso te deja plata?
Citlali: Para mí la plata no tiene más funcionalidad que la
de darle de comer a mi familia y que vivamos bien. Pero no nos interesan los
lujos, ni la acumulación de ganancia. Con Eva nos dimos cuenta que la
concreción de nuestros sueños no depende de la plata, sino de otros factores.
Esteban: Bueno, pero si te queres ir de viaje lo que cuenta
es la plata.
Citlali: Te equivocas. Con Eva estuvimos tres años viajando
por toda América Latina y no necesitamos mucha plata. Contamos con la ayuda de
la gente, acostumbrarnos a cada país y descubrir qué era lo que podíamos hacer.
Y nuestros tres años de viaje no dependió de nuestra situación económica. 
Miguel: ¿Y cómo hicieron?
Citlali: Fuimos estudiando cada país, qué podíamos hacer.
Eso fue algo que se dio. La única decisión fue irnos de viaje y dejar atrás el
cajoncito de las seguridades.
Claudia: ¿Cajoncito de las seguridades?
Citlali: Si quieren les cuento un poco más acerca de mi
oficio.
Marisa: Si, contános. 
Citlali: Uno vive de sueños, siempre sueña. Esa capacidad de
soñar muy raras veces se pierde, salvo que la persona sea netamente
materialista. El luchar por nuestros sueños no es difícil, es mucho más fácil
de lo que ustedes se imaginan. Por eso, en el primer paso hace falta un
empujón, una palabra de aliento o tener una visualización esperanzadora. Es sacudirse
de todos los miedos que nos rodean. Esto no quiere decir que vayan a
desaparecer, sino justamente aprender a convivir con ellos. La persona que
espera que los miedos desaparezca no sabe de qué trata la vida. Además también
tenemos que despojarnos del cajoncito de las seguridades, entiéndase, tu casa
propia, tu trabajo, tu rutina, tu familia, tus amigos. Aunque no seamos
conscientes, todo eso nos brinda seguridad, tranquilidad. Pero para seguir un
sueño tenemos que dar vuelta la hoja y enfrentarnos a esa hoja en blanco con
mucho por escribir. 
Esteban: Si suena muy lindo y hasta te diría muy hippie.
¿Pero de qué vivís? ¿Cómo mantenés a tu familia?
Citlali: No se trata de ser hippie o no. Estás confundiendo
los tantos. Y mientras realizas tu sueño se come, se trabaja y se mantiene a la
familia también. Una cosa no quita la otra. Pero la diferencia es que estás
haciendo lo que realmente queres y el resto se va acomodando a tu realidad.
Esteban: No entiendo cómo pudiste hacerlo. Yo con mis hijos,
mi esposa, la hipoteca de la casa no podría, aunque es lo que más quisiera.
Citlali: Esteban, en todo caso, tiene que ver con las
elecciones de vida. Ninguna es juzgable. Lo único que yo decidí dedicarme a
atrapar sueños, los míos y los de otros. 
Claudia: Me es difícil procesar toda esta información de
una, pero me interesa. Continúa.
Citlali: En el sistema dominante la plusvalía es para los
dueños, los ricos, o sea, la clase dominante. Y no me va manejarme en esos
términos, si bien no puedo escapar de la realidad. Aprendí también a convivir
con la dominación.  ¿Cómo? Al ser
atrapador de sueños ves otra cara de la realidad, te encontrás con gente que
sueña, te sentís útil al ayudarlos a que se jueguen, a que vayan tras sus ideales,
amores o lo que ellos hayan elegido.
Miguel: Ahora entiendo por qué no te volvimos a ver.
Citlali: Es que estábamos en direcciones distintas. También
al conocer a Eva fue mágico y ella más que mi esposa es mi compañera de viaje.
Y no te creas que no se puede hacer todo. En medio de nuestro sueño tuvimos a
nuestros dos hijos. 
Esteban: Para mí es difícil entender que hay otra realidad.
Acá, en Argentina, pasamos crisis, devaluaciones y es escasa la posibilidad de
progreso. Va y viene un gobierno y el otro. Pero nosotros seguimos acá,
buscando esa posibilidad. 
Citlali: Ahí está el tema también. El cumplir mi sueño no
estuvo sujeto más que a mi valentía. Hay momentos que tengo plata, hay otros
momentos que no. Pero también está la gente, la que te ayuda, en la que nos
apoyamos mutuamente. Si hay algo que nunca nos pasó fue quedarnos sin comida,
por ejemplo. A veces, la compramos directamente nosotros. Y otras veces, cuando
la gente no puede pagarme con dinero, me deja la heladera llena con su comida
casera.
Miguel: No todo el mundo puede hacer eso.
Citlali: Claro. Tiene que ver con la elección y en la cima
que quieras pararte en esta vida. Con Eva elegimos la cima de los sueños. 
Hasta todos los momentos.

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