domingo, 18 de septiembre de 2011

La Navidad de 1984


El Subgeneral Siqueiro me cuenta que las familias Long, Vedas y Furlo se habían reunido para festejar juntos la Navidad.

Con la caída del sol, uno a uno, con sus familias, fueron arribando a aquella cena. Traían comida, dulces, pasteles y guardaban los regalos en la casa de la anfitriona, Eva Long.

Para contextualizarme, el Subgeneral me cuenta que en la cena navideña estaban los mellizos Long, Arturo y Roberta; Los Vedas con Lautara y Ovidio y de parte de los Furlo estaban Victoria, Juana, James y Valentino.

En medio de tanta algarabía, pasaban platos y platos para probar los manjares de Nochebuena. En un rincón de la larga mesa estaban los chicos. Era casi imposible que los ocho  se quedaran quietos, debido a las costumbres adolescentes. Y del otro lado estaban los adultos, entretenidos en sus charlas y planes acerca del destino de sus próximas vacaciones de verano.

- ¿A qué jugamos? Estoy aburrida- dijo Victoria al resto de sus compañeros.
- ¿Ju…gar? ¿A qué quieres jugar?- le preguntó Juana.
- ¿Un partido de fútbol?- le respondió Arturo.
- No, nosotras no queremos jugar al fútbol- disparó, sin pelos en la lengua, Juana.
- Ustedes hagan otra cosa- le dijo Valentino.
- No entendés nada. Estamos en Navidad y tenemos que jugar todos juntos- le explicó Roberta.
- ¡Quiero hacer algo! Me aburro- reiteró Victoria.

Ovidio hizo una mueca. También estaba aburrido. Y faltaba mucho para la llegada de la medianoche.

- ¿Cómo qué?- volvió a preguntar Juana.

Todos los chicos parecían dispuestos a jugar algo, salvo James y Lautara, que estaban entretenidos teatralizando una novela de ficción.

- ¿Verdad o consecuencia, como el año pasado?- dijo Victoria.
- Esta vez no- afirmó Juana, que recordaba que el año pasado Arturo expresaba su amor a una chica de la escuela. –Eh, no, no. Juguemos al truco-

A Juana, Victoria, Ovidio y Valentino se les iluminó la cara, pero el resto no quería saber nada con ese juego.

- ¿La casita robada?- tomó la posta Valentino.
- Conmigo no cuenten y no creo que ellos (la pareja James y Lautara) vayan a jugar- dijo Ovidio.

- ¿La mancha venenosa?- insistió Valentino.
- Ya estamos grandes para ese juego, no te parece?- le replicó Victoria.

Mientras todos discutían a qué jugar, James y Lautara parecían estar en otro planeta. Ellos simulaban el viaje que les proponía el libro de Julio Verne, “Cinco semanas en globo”. Ellos se habían lanzado  a la aventura de un arriesgado viaje en globo para atravesar África, de este a oeste. Ninguno de los otros chicos decía nada acerca de ellos, aunque todos creían que ellos estaban saliendo. Mientras pensaban en qué jugar curioseaban a ver cuándo James le daba un beso a Lautara.

- ¡Ya sé! ¿Jugamos a la botellita?- así Victoria lanzó un juego que todos habían pensado, pero nadie se animó a decir.

Ovidio la miró mal, como si hubiera dicho lo que él no quería.

- Estoy de acuerdo- le dijo Juana, concentrada en la diversión de ese juego.
- Claro, vos queres un beso de Arturo- le dijo su hermano Valentino.
- No es cierto-

Pero, era cierto que Juana soñaba con un beso de Arturo, desde el año pasado.

- ¿A qué van a jugar?- preguntó James.
- Al juego de la botellita- le respondió Victoria.
- ¡Qué lindo juego!- dijo mirando a Lautara.

Lautara, al sentirse acalorada, bajó la mirada.

- Votemos- propuso Victoria.

Todas las manos se levantaron, excepto la de Ovidio.

- ¿En serio vamos a jugar a la botellita?- repreguntó Ovidio.

- Claro. ¿Por qué no?- preguntó Juana con una mueca.

 - Me sumo- respondió resignadamente Ovidio. Y Victoria le dio un beso en la mejilla, mientras nadie los miraba.

- ¡Comienzo!- gritó Victoria al ganarle de manos a todos.

 Giró la botella y fue a parar a Ovidio. El muchacho, con las mejillas coloradas, recibió el beso de Victoria. ¡Después de un año le había dado su primer beso! Ella se quedó sentada al lado de él, que apenas podía verle sus ojos escondidos detrás de su pelo lacio pelirrojo.

- ¡Es mi turno!- reclamó Arturo. Antes de hacer rotar la botella miró a Juana.
- ¿No querrás hacer eso, Artu?- Valentino lo miro maliciosamente.

Juana se puso colorada, pero más que de timidez, de furia con su hermano.

La botella giró y apuntó a Juana. El aire parecía entre cortado. Arturo se acercó y tan sólo la miró antes de besarla.

- ¡Tenemos una nueva pareja!- festejó Victoria.

Arturo y Juana le clavaron su mirada, mientras por detrás de sus espaldas se tomaron de las manos.

- Es el turno de Valentino- guió Victoria, como para salir del paso.

Giró la botella hasta tener a Roberta como destinataria. Muy pocos sabían que ellos se gustaban hace tiempo, pero que sólo eran amigos y por miedo a perder esa relación no daban otro paso. Y así, con la ayuda de la botellita, Valentino se animó a besarla.

- Ahora me toca a mí- reclamó James. Y Arturo le concedió el poder de la botellita.

La botellita frenó en Lautara. Todos creían que ya se habían dado un beso, así que no había mayor expectativa en esta ronda.

James se colocó frente a Lautara. Lautara le sonrió. Y James le dijo: “Te quiero, Lautara” y así se correspondieron en su primer beso.

- Ahora yo- pidió Lautara.

El resto de los chicos, boquiabiertos todos, se quedaron en silencio.

Con sus manos tomó la botellita, la hizo girar, con una táctica especial, y apuntó a James.

- James, te quiero- y así fue su segundo beso.

El final del juego los sorprendió con la llegada de la medianoche navideña.

El Subgeneral Siqueiro me cuenta que desde la Navidad de 1984 festejan todos juntos. Sin querer queriendo, el juego de las botellitas había deparado la llegada del amor para Arturo y Juana; Valentino y Roberta; Ovidio y Victoria y, por último, James y Lautara.

El Subgeneral me dice que las navidades parecían ser las mismas, pero esta vez sus hijos tomaban el arriesgado viaje del juego de la botellita. 

Hasta todos los momentos.


1 comentario:

  1. Renata, es hermoso despertar los domingos de la mano de los cuentos del Subgeneral Siquiero.

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L@s camaradas dicen