lunes, 11 de julio de 2011

Renata profundiza su revolución

Esta noche me colgué a pensar acerca del universo del amor y de los planetas de los hombres y las mujeres. Para algunos raros. Para otros extraordinariamente mágico y, a la vez tan complejo, que la mejor manera de descubrirlo es con una actitud desafiante. Y ahí estoy inclinando mi balanza hacia concebir el amor revolucionario como un desafío. No sé cuánto tiempo me llevará. La verdad, no tengo la menor idea. Quizás, esté por ahí o, quizás, esté dando vueltas en este loco mundo.

Hace un tiempo atrás, una charla con el Polaco acerca del amor y su eventual simpleza me hizo detener a pensar un poco más y ahí fue cuando me encontré inmersa en mi ruta revolucionaria.

Considero que tanto hombres como mujeres tenemos que ser bien guapos, bien bravos para asumir este desafío.

¿Seremos todos aptos o, simplemente está en las ganas de un@?

Y así, hablando una noche, el Polaco me dijo: “la simpleza es estar desnudos, pero el que decide desvestirse siempre es uno. No hay simpleza en el amor hasta que decidimos, simplemente, entender lo complejo”. Y la sentencia de la charla fue: “El disfrute está en convertir en natural lo complejo, en entender el desafío”.

 Juro que esa noche me quedé tildada. Y esas palabras fueron dando vueltas y vueltas hasta que empecé a escribir mi tratado revolucionario. Sin que él supiera se convirtió en un personaje en mi vida. Con unas palabras había logrado disparar el movimiento renatista.

No sé si él sabrá o no del impacto de sus palabras en mi existencia. Pero, si es claro que, sin querer, ya estábamos hablando de amor revolucionario.

Él hizo que reflexionara, como mujer, de qué hablo cuando hablo de amor.

Y así tracé una serie de puntos para intensificar mi lucha revolucionaria, más que nada autodefinirme de nuevo. Y son los siguientes:

  • Soy una chica que enfrenta con rebeldía las cuestiones cotidianas, transgredo normas, desobedezco órdenes y no me gusta que me dicten qué y cómo hacer. Eso sí, soy así de igual con los chicos también.
  • No soy una chica de pedir permisos, me gusta ser atrevida.
  • Asumo correr riesgos, aunque caiga en el ridículo. Ni eso me da vergüenza.
  • Más que sumar miedos, prefiero restar mis dudas.
  • Soy una mujer con convicciones, la más fuerte, ya sabes, es la del amor revolucionario.

No sé donde voy a estar mañana, ni pasado mañana, ni el mes que viene. Pero, tenes que estar segur@ que siempre seré una incansable luchadora por el amor revolucionario.

Entenderán mi rara onda, pero se debe al cuasi cóctel explosivo de domingo a la noche con un gran resfrío...

Hasta todos los momentos.


2 comentarios:

  1. Como ya te dije en varias oportunidades, yo no creo mucho (en realidad casi nada) en el amor o en el amor revolucionario, pero escuchándote y leyéndote me hace pensar que en algún momento, a lo mejor, y con todos los planetas alineados, puedo llegar a cambiar de opinión aunque sea un poquito.
    Igual te banco Renata con tu amor revolucionario, creo que es altamente saludable para tu espíritu !!!!!!!!!!

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  2. Camarada: Sé muy bien tu, digamos, descreimiento acerca del amor revolucionario. Pero, creeme que está bueno intentarlo. Eso sí, la cabeza tiene que tener gran vuelo y no hay que tener miedo al arriesgarse. Ya sé que me bancas con mi amor revolucionario y ya hay muchas pruebas que atestiguan tu apoyo. ¡Gracias revolucionarias! Hasta todos los momentos.

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L@s camaradas dicen