Renata prepara un acto revolucionario

En estos días, varios camaradas me han hecho llegar sus mensajes de apoyo manifiesto y sus coincidencias en cuanto a mi revolución.

La Querida apoya uno a uno mis pasos. Mi álter ego masculino se encarga de que no me caiga encima el telón de la represión. Y es así como, con proclama atrevida mediante, he decidido prepararme para mi primer acto revolucionario.

No va a ser un acto masivo, ni con pancartas políticas y menos que menos banderas partidarias. Es más bien, haciendo honor a un querido revolucionario, crear uno, dos, tres renatos. Mi militancia me lleva más a actos pequeños, pero de índole revolucionario, más bien relacionados estrechamente con mi causa revolucionaria.

¿De qué hablo cuando hablo de amor revolucionario? Me refiero a vivir el momento, a disfrutar de cada una de las compañías que se nos cruzan en nuestras rutas, sin pensar el por qué, ni el para qué. Una vez que el cerebro entra en funcionamiento creo que embarramos la cancha de los sentimientos. No digo que esté bien, ni mal. Pero, mis últimos tiempos sólo me depararon relaciones ni… Y, la verdad, mi paso por este planeta merece mucho más que una relación ni.

No es fácil ser Renata, dado que vivo inserta en una sociedad que sólo aprueba a chicas políticamente correctas. ¡Y yo no lo soy! Entonces, es mejor luchar por el amor revolucionario, ese amor que nos depara magia y locura y que nos deja algo en nuestro sentido del ser en su expresión existencialista más pura.

Hasta todos los momentos.