Despiste I y II

Antes de partir hacia la cumbre con el Subcomandante acordé con mi profesor de investigación de mercado y opinión pública dar el recuperatorio del segundo parcial dada mi ausencia.

27 de junio: Regreso a la Argentina.

29 de junio: Fecha correcta del recuperatorio.

30 de junio: Me llega un e-mail del profesor por mi ausencia en el recuperatorio. Yo pensaba que era ese día.

Esa misma tarde, con el titular de cátedra sellé un nuevo pacto universitario: recuperatorio el 22 de julio y final el 29 de julio.

Todo solucionado, me dije.

22 de julio: me presenté al recuperatorio, del cual obtuve un 8, pero administrativamente mi nota no está.

29 de julio: a las 18 horas me presento a rendir el final y en el cartel no figura dicha mesa de exámen.

¡Qué raro!, me dije para mis adentros. ¿Será otra de mis renateadas? Camino hacia la administración y confirmo mi “Despiste II”. El señor, tan amable, me dice que la mesa era a las 8 de la mañana. Y, a pesar de su amorosidad, me miró diciendo “¡Qué chica tarada!”.

Esta es la secuencia de mi “Despiste I” y “Despiste II” en menos de un mes.

Y, ahora, no sé si tengo la materia aprobada o no. ¿Por qué siempre hago lío con lo administrativo?

¿Será qué el despiste es socio ilícito del amor revolucionario?

¿Será qué el despiste es un soldado más del Ejército Renatista por el Amor Revolucionario?

¿Será qué el despiste se corresponde con mis pocas horas de sueño?

A las 8 o'clock mientras saboreaba mi rico desayuno delivery, mi profesor me esperaba en la mesa de examen final.

De algo estoy segura, si me avisaran mis fechas de exámenes por el skypi no me equivocaría, en ninguna instancia.

Mi desempeño con este llamado a finales fue peor que el de la Selección Argentina: de cuatro materias aprobadas, sólo un final rendido...

La buena noticia es que hace una hora comencé formalmente mis vacaciones universitarias.

Hasta todos los momentos.