jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi militancia por el amor revolucionario


Empecé de cero mismo. Me centré en explorar mi creatividad, mis ganas de algo… Y después, en un acto de arrojo, decidí pararme en la cima del amor y anunciárselo al mundo. No tome a ningún revolucionario como modelo. Sólo me dejo llevar por el corazón, la intuición y el desmadre de mi cabeza.

Crecí con y para el amor. Desde chica escribí poemas, después un par de cuentos y alguna que otra vez sueño con ser escritora. Aunque, ahora, el vestido de revolucionaria me queda a gusto.

Toda mi vida estuvo, está y estará signada por la escritura y el fluir de la creación creativa. 

Me acuerdo de ayer cuando escribía acerca del amor como cronista y redactora.

Es mi tema favorito, mi figurita repetida en los álbumes de mi vida.

También pasé momentos dónde no tenía la menor idea qué hacer, pero siempre tenía el amor como faro. Supe que la rutina, la política y el mismísimo statu quo no me iban ayudar en mi búsqueda.

Hace cinco meses atrás me di cuenta que tanto amor, tanto escribir y leer acerca del amor era el principio de todo, era prepararme para luchar por el amor revolucionario. Sin toda esa previa no podría escribirte, hablarte a vos.

Como cantan el tiempo es veloz y tienen razón. Estos cinco meses pasaron adrenalíticamente. Y los tiempos por venir me sientan revolucionariamente bien.

Y acá estoy jugándome al trazar las bases de la revolución del amor, de ese proceso que nos tiene que llevar a la toma de poder para que así el amor se impregne en todos, en cada uno y en todas las cosas.

El amor es el sentir, es cambiar todo lo que debe ser cambiado, es instaurar un nuevo manifiesto de vida, auténtico, sin caretas, ni antifaces como nos impone las relaciones de dominación.

Es emanciparnos de los valores impuestos comercialmente.

Es el esfuerzo por desafiar las banalidades y lighteadas de nuestra sociedad actual.

Es la fuerza de la creatividad y el arte por dominar cualquier otra fuerza que exista en el orden mundial.

Todos tenemos el derecho al amor, no importa credo, raza, sexo, ni color político.

La revolución del amor habla de la cultura, del arte y de la inspiración que recibimos al ver que el amor encarna todas las cosas.

La revolución del amor suena bella, histórica, pero de una forma que ni los convencionalismos, formalismos, demás ismos, ni la ciencia pueden capturar.

El amor transgrede y atraviesa todo hasta el infinito.

Con la revolución quiero que marquemos una época, marquemos una diferencia entre todos nosotros.

¿Me acompañas?

Hasta todos los momentos.

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