Empecé de cero
mismo. Me centré en explorar mi creatividad, mis ganas de algo… Y después, en
un acto de arrojo, decidí pararme en la cima del amor y anunciárselo al mundo. No
tome a ningún revolucionario como modelo. Sólo me dejo llevar por el corazón,
la intuición y el desmadre de mi cabeza.
Crecí con y para el
amor. Desde chica escribí poemas, después un par de cuentos y alguna que otra
vez sueño con ser escritora. Aunque, ahora, el vestido de revolucionaria me queda a gusto.
Toda mi vida estuvo,
está y estará signada por la escritura y el fluir de la creación
creativa.
Me acuerdo de ayer
cuando escribía acerca del amor como cronista y redactora.
Es mi tema favorito,
mi figurita repetida en los álbumes de mi vida.
También pasé
momentos dónde no tenía la menor idea qué hacer, pero siempre tenía el amor
como faro. Supe que la rutina, la política y el mismísimo statu quo no me iban
ayudar en mi búsqueda.
Hace cinco meses
atrás me di cuenta que tanto amor, tanto escribir y leer acerca del amor era el
principio de todo, era prepararme para luchar por el amor revolucionario. Sin
toda esa previa no podría escribirte, hablarte a vos.
Como cantan el
tiempo es veloz y tienen razón. Estos cinco meses pasaron adrenalíticamente. Y
los tiempos por venir me sientan revolucionariamente bien.
Y acá estoy jugándome
al trazar las bases de la revolución del amor, de ese proceso que nos tiene que
llevar a la toma de poder para que así el amor se impregne en todos, en cada
uno y en todas las cosas.
El amor es el
sentir, es cambiar todo lo que debe ser cambiado, es instaurar un nuevo
manifiesto de vida, auténtico, sin caretas, ni antifaces como nos impone las
relaciones de dominación.
Es emanciparnos de
los valores impuestos comercialmente.
Es el esfuerzo por
desafiar las banalidades y lighteadas de nuestra sociedad actual.
Es la fuerza de la
creatividad y el arte por dominar cualquier otra fuerza que exista en el orden
mundial.
Todos tenemos el
derecho al amor, no importa credo, raza, sexo, ni color político.
La revolución del
amor habla de la cultura, del arte y de la inspiración que recibimos al ver que
el amor encarna todas las cosas.
La revolución del
amor suena bella, histórica, pero de una forma que ni los convencionalismos,
formalismos, demás ismos, ni la ciencia pueden capturar.
El amor transgrede y
atraviesa todo hasta el infinito.
Con la revolución quiero
que marquemos una época, marquemos una diferencia entre todos nosotros.
¿Me acompañas?
Hasta todos los momentos.

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