
Es el órgano del movimiento y deseo. Es el centro neurálgico
de los actos revolucionarios. Es el eje del discurso amoroso no limitado a las
relaciones amor-revolucionarias. Es el símbolo del enmascaramiento del amor en
todo momento.
La inquietud moviliza al corazón. Y así este órgano puede
adoptar múltiples formas: hinchado, deshinchado, revolucionado, agitado,
reservado, encantado.
¿Qué va a ser del mundo sin corazón? ¿Qué va a ser de
nosotros sin el “arriba los corazones”?
Desde el sistema dominante se habla siempre de los problemas
del corazón. Pero, en verdad, es mejor hablar de la donación del corazón, que
traspasa su mera existencia biológica de órgano del cuerpo humano.
Yo creo que el corazón es eso que doy, en cada acto, en cada
una de mis tareas como rebelde con y para una única causa: la revolución del
amor.
Los revolucionarios encuentran sus trincheras, forman sus
cuadros guerrilleros y yo me valgo del corazón para impulsar todo tipo de
movimiento y deseo en el accionar diario y no tan diario.
Siempre sueño con los tiempos de la revuelta de corazones,
de dejar aún lado los corazones oprimidos, ignorados, despreciados,
escarnecidos detrás del erotismo, la publicidad, la hipocresía y el discurso
mediático, sin olvidar la enfermedad de poder, principal atentado contra el ser
humano.
Frente a este panorama, que abre nuevos caminos, te presento
las locuciones revolucionarias que engloba, incluye y nace desde el corazón de
la revolución.
De corazón = el
mix de nuestro andar entre la cuota de verdad y la dosis de afecto para mirarse
a los ojos, descubrirse en el acto creactivo y fluir en el transcurrir
deambulesco. Es ese andar que nos hace sensible ante cualquier desamor o falta
de amor a nuestro alrededor o en algún rincón del mundo. Es la señal de camino
hacia la vanguardia del amor, aunque sea el último movimiento o, más bien,
nuestro trascendencia.
Del corazón = es
el escudo revolucionario que nos hace inmunes a los condicionamientos
socio-culturales. Es de lo que nos valemos para llevar adelante la lucha por los
sueños y amores. Es el puente hacia el otro, de darnos cuenta que cada uno solo
no vale nada, pero colectivamente somos invencibles. Es el zapato guerrillero
que nos hace caminar en la marcha.
El corazón en el puño
= Es la afirmación revolucionaria de la fuerza, el ímpetu y la rebeldía
para impregnar en cualquier lugar equidistante el amor en y para todos. Es el endurecimiento
de la lucha, sin perder la cuota de pasión y locura.
Abrir el corazón =
Es la acción revelante, que nos hace mirar desde otro prisma, desde las gafas
del amor, que nos lleva a descubrir otras experiencias y nos anima a escribir
un nuevo capítulo en la historia de la vida y así ser artífices del aporte a
nuestro loco mundo. Con esta primigenia acción nos convertimos en
revolucionarios, porque elegimos el amor como fato. Es el primer paso para ser
libres en espíritu.
Atravesar el corazón
= Es el acto heroico, no por la grandeza, sino porque marca el alcance del
movimiento revolucionario por el amor. Parece poco el accionar de cada uno de
nosotros, pero si sumamos el amor de uno, dos, cientos de seres humanos esta
tierra sería más floridamente amorosa.
Con el corazón en la
mano = Es la acción diaria, esa que nos convierte en transgresores. Es esa
cuota diaria que cada uno necesita para seguir con sus caminos disparatados y
no tan disparatados. Es la manera de superar las derrotas, de liberarnos de los
mandatos sociales para bailar en la celebración del amor.
Ser todo corazón =
Es el sinónimo de ser el revolucionario del amor, ser coherente con nuestro pensamiento,
ser solidario con la mirada del otro. Es el escalón más alto que podemos
trepar, sin prisa, ni apuro. El ser revolucionario, el ser todo corazón nos
enaltece como seres humanos. Es la figura de la eternidad de las ideas de la
revolución del amor.
Como dijo un gran revolucionario: “Todos los días la gente
se arregla el cabello. ¿Por qué no el corazón?”.
Las locuciones revolucionarias continuarán…
Hasta todos los momentos.
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