El Subgeneral me cuenta la historia de un grupo universitario que luchó
por el arte en el pueblo Las Nubes. Rodrigo y Ema actuaban casi de líderes, se
encargaban de armar las giras, las obras y demás piezas para luchar y cultivar
la alegría por y para todos.
Rodrigo llevó una vida estudiantil muy agitada, mechaba su estudio con
las protestas y los manifestaciones culturales. Él consideraba que sin alegría
el pueblo ni siquiera podía tener identidad.
Ema era la abanderada de la libertad y la igualdad. Ella luchaba contra
la opresión de la circulación de las ideas, los textos y la cultura, en el
formato que sea.
El contexto social no ayudaba a los artistas del pueblo Las Nubes. Todos
estaban prácticamente aislados, la sociedad les mostraba indiferencia.
Charlas y charlas de Rodrigo y Ema para analizar las alternativas y para
trazar el plan que mostrara a su pueblo el por qué de la existencia de los
artistas.
Una mañana Ema se dirigió al rectorado de su facultad. Espero al decano
y le presentó un proyecto cultural en beneficio de los nubenses.
El Subgeneral me cuenta que el decano era un ferviente partidario de las
manifestaciones culturales y consideraban que eran por más demás esenciales
dado que el falso y vacío mundo les iba ganando en la partida del libre
pensamiento. Por aquellos tiempos, la enajenación era la cara de la realidad.
Con la aprobación del decano, Rodrigo y Ema pusieron manos a la obra. Le
concedieron un galpón sin uso de la facultad para desarrollar su proyecto.
Primero, Ema convocó a todos los artistas, de cualquier rubro, sea cual
sea la ramificación. Y así Las Nubes se empapeló de la convocatoria artística.
Rodrigo empezó a restaurar el viejo galpón. Distintos tarros de pintura
cubrieron las paredes y el techo del lugar.
Durante tres semanas desfilaban magos, clown, escritores, músicos,
payasos, actores, bailarines por el galpón. Todos se habían interesado en el
proyecto. Y ya eran mucho más que dos en la movida artística.
Todos se sumaron a la causa: trabajar y militar en pos de la alegría y
la felicidad de los nubenses.
Al mes el galpón ya era el epicentro de la movida cultural. Rodrigo y
Ema repartieron volantes en todas las casas y todos los negocios.
El Subgeneral Siqueiro me cuenta que el volante era de la inauguración
del “Club de los artistas”. El volante invitaba a liberarse de la enajenación
realista, de sacudirse del orden establecido por la producción y de conjugar un
nuevo espacio entre todos. La invitación finalizaba con la frase “La historia
es una historia de manifestaciones subjetivas y colectivas y no está en
posesión de nadie de manera exclusiva”. El Subgeneral me aclara que este pueblo
vivía por y para trabajar, sacando el juego no había otra actividad que le
apasionara a los nubeneses.
El día de la
inauguración cortaron las calles y ningún nubense faltó. Rodrigo y Ema presentaron
al “Club de los artistas”.
“De nada, ni
nadie nos podemos liberar sino conjugamos el arte con nuestra vida. Siempre
estaremos sometidos a la realidad sino miramos más allá. Nos convertiremos en
máquinas sino explotamos nuestra capacidad creativa. El trabajo es trabajo y es
la manera de subsistir. Pero la única manera de vivir en libertad está sujeta a
la cultura, a la expresión que cada uno de nosotros. De ahora en más viviremos
más dignamente y todos tienen su lugar en el Club de los artistas”.
Estas fueron
las palabras de Ema al inaugurar el club. Mientras que Rodrigo fue más
vísceral, más contundente.
“Hasta ahora
sólo hemos sido fuerzas de trabajo. El empresariado no piensa en nuestras
necesidades como personas. Ellos sólo nos miden por ocho horas. En el Club de
los artistas no hay mediciones, sino un nuevo espacio para recuperar la
identidad, para sentir y sentirnos como el colectivo nubense que somos”.
El Subgeneral
me cuenta que en el pueblo Las Nubes el Club de los artistas sigue en el mismo
lugar, pero totalmente renovado con el paso de cada nueva generación que hace
de ese club su obra maestra.
Hasta todos
los momentos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
L@s camaradas dicen