El Subgeneral hace memoria y recuerda la Nicaragua de 1924.
El pueblo estaba hundido en la miseria, los niños lloraban
de hambre y los gobernantes ejercían la sordera.
Los nicaragüenses querían amor, el amor en las calles, el
amor en las casas y volver a redescubrirse en sus sueños, sus ideales. Ellos
mismos querían escribir su destino en esta tierra.
Salieron a tomar las calles, pero quedó en intentos, porque
imperaba la política de vida de “no te escucho, no te miro, no te hablo”.
Hasta que un día –Renata- el General comenzó con su
militancia callejera. Antes que preguntes la militancia callejera fue el método
de este general para convertirse en el creador de algo que iba a cambiar el
rumbo de su pueblo.
Una mañana la ciudad de Nicaragua amaneció envuelta de
pegatinas por doquier. El afiche decía: “Animate a ser el guerrero, la guerrera
del amor. Nosotros queremos amor y para eso necesito de uno, dos, tres
guerrer@s”. La firma era del General, pero lo extraño es que no había lugar
donde ir a anotarse. Mientras todos comentaban y se preguntaban a dónde ir, el
General los observa desde lejos. Claro, había comenzado su militancia desde la
clandestinidad, así no era interceptado por la filosofía del no te metas.
Pasaron unos días sin noticias y con muchas inquietudes por
parte de los nicaragüenses. Hasta que otra mañana volvieron a amanecer con
afiches por todos lados. “El General los cita donde la naturaleza respira
libremente. Quienes no quieran ser guerrer@s del amor abstenerse.”
Los hombres con sus esposas se juntaron en el almacén de
ramos generales para deliberar qué harían con sus hijos, con quiénes dejarlos.
Y ahí el más anciano de todos les dijo que él sería el encargado de cuidar a
los pequeños, porque ya no tenía fuerza para combatir.
De a poco los pequeños fueron llegando a la casa del anciano
y sus padres partieron hacia la selva.
Cuando arribaron la omnipresencia de la naturaleza, en su
estado más puro, acalló a todos. Y detrás de un árbol salió el General.
“Nuestra gente necesita de guerrer@s del amor y de la
libertad. Soy un convencido que el ser humano sin amor no es humano, sino una
pieza más del sistema dominante. No quiero que seamos una pieza más. Nosotros
podemos escribir nuestra propio capítulo y pasar a ser l@s guerrer@s del amor”
fueron sus palabras de vida. Y
continúo: “Nosotros somos el fluir entre el devenir, el haber sido y el somos.
Tenemos que vivir en el cambio permanente hasta que el amor encarne todas las
cosas y sea la nueva política de vida”.
El resto de los asistentes estaban callados ante semejante discurso.
“Nosotros tenemos que ser los creadores de una nueva trama
social basada en amar, crear y trabajar. Estos son los tres pilares de l@s
guerrer@s del amor. Hoy nos constituimos en l@s guerrer@s del amor ”, concluyó
el General.
Y así los miles de hombres y mujeres entrenaron arduamente
en la filosofía del amor: lecturas, manifiestos, reflexiones, creaciones. Todos
trabajaban día a día su percepción, intelectualidad y espíritu.
El objetivo a cumplir era la elaboración de un manifiesto
humanístico, centrado en la fuerza revolucionaria del amor que los llevaría a
apropiarse de su destino, hasta ahora signado por factores externos, que
escapaban a su realidad.
Al mes del entrenamiento l@s guerrer@s ya contaban con su
manifiesto. Y así congregaron a una marcha frente al Ministerio de Educación
bajo la consigna “queremos la educación del amor”. Esa era la primer protesta
de l@s guerrer@s. De allí salieron conformes, porque el resultado de su primer
paso fue la derogación de la educación formal proveniente de otro país.
La segunda protesta fue ante el Ministerio de Economía,
organismo que hacía lo que le dictaban otros, sin tener en cuenta la mayoría de
nicaragüenses sin trabajos, ni oficios.
Y así –Renata- el avance de l@s guerrer@s del amor fue ininterrumpido.
Después de tanta lucha El General asumió el mandato de jefe de los
nicaragüenses con la única plataforma del manifesto humanístico, redactado en
el medio de la selva, lejos de los convencionalismos sociales, del sesgo
cultural mundial, de las ambiciones desmedidas por algunos pocos.
Y así este domingo el Subgeneral Siqueiro me vuelve a contar
esos relatos históricos que hacen que me fortalezca en mi lucha por el amor
revolucionario.
Es así como el Subgeneral me enseña que vos, yo, nosotros
podemos ser guerrer@s del amor, de la libertad. De esos guerrer@s del amor que trascienden su propia
singularidad y serán recordados en plural. De esos guerrer@s del amor que
gritan y luchan por sus sueños, sin importar dictámenes. De esos guerrer@s del
amor que cantan por su libertad dejando mudos a los estilos establecidos de
vida.
Hasta todos los momentos.

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