
Primera secuencia: montaña rusa.
Segunda secuencia: las tazas voladoras.
Tercer secuencia: los autitos chocadores.
Y viceversa infinitamente.
Estas tres secuencias definen mi estado de ánimo actual.
Todo lo comienzo con vértigo, entusiasmo, continúo con mi proyecto, sueño o lo que fuere. Pero, en medio del camino surge o invito una nueva ocurrencia para llevar adelante. Y así me atención y mi creatividad van de acá para allá, sin escala.
Ítem: amor revolucionario. Cuando creo encontrar el amor revolucionario me tropiezo con panoramas confusos de la otra parte. Los ni me dan más ganas de mi revolución.
¿En estos tiempos, tanto cuesta jugarse por un sí o jugarse por un no? Según me dijeron allegados a la Real Academia Española hay numerosas peticiones para quitar esos dos monosílabos del lenguaje español. ¿Será para tanto?
Más allá de los sí, no, ni, sino creo que el amor revolucionario siempre está dando vueltas por nuestras vidas.
Mi amiga tiene razón. Me gustan los desafíos difíciles, casi imposibles. Parecen ser mi motor para no claudicar en mi lucha.
Ítem: proyectos y sueños. Con mi amiga y mi alter ego masculino comparto mis proyectos y sueños. De alguna manera, ya estamos acostumbrados a convivir con Renata, sí, leíste bien, creo que los tres ya nos entendemos en la convivencia de nuestra existencia.
Si bien todavía no me topé con el amor revolucionario, puedo decirles que esta lucha empieza a dispararme ocasiones, momentos y diálogos que eran inimaginables, hace unos meses.
Sé que de esto algo bueno saldrá.
Como verás las otras secuencias de mi vida son:
Cuarta secuencia: 0 estado de quietud.
Quinta secuencia: 0 off line mental.
Hasta todos los momentos.
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L@s camaradas dicen